31 ene 2010

Y vos... ¿dónde te vas de vacaciones?

En el mismo momento que termino de cerrar la puerta de calle me volvió a la cabeza la pregunta que escuché tantas veces esta última semana: “¿Dónde te vas de vacaciones?”. Casi como un paso de comedia, comento que la próxima semana me tomo vacaciones y la pregunta no tarda en aparecer. De estos pensamientos me saca el sonido de mi celular… es un mensaje. Lo respondo avanzando, mientras camino entre la gente; noto con cierta culpa que algunos gruñen al pasar a mi lado, escucho un “¿No te podrías correr mientras…” de un hombre que pasa velozmente a mi lado mientras yo estoy sumergido en mi pantallita verde alga.
Cuando termino de enviar el mensaje, siempre caminando para no llegar tarde, guardo mi celular y noto en mi bolsillo un paquete de seis… seis porque estoy tratando de dejar. Saco uno y lo llevo a mi boca, pero antes de encenderlo me detengo en seco, petrificado como una piedra le pongo llama al papel. Un joven apurado que venía caminando detrás de mi pasa a mi lado con un gesto de enfado mientras murmura un insulto.
La satisfacción llega en doble medida; la primera pitada y darme cuenta que una acción tan simple como encender un cigarrillo me impide seguir avanzando, pero la complejidad de elaborar una respuesta; redactarla; escribirla y enviarla a través de un mensaje de texto puede ser realizada al mismo tiempo que la acción de caminar. Noto con cierto desagrado hacia mi persona que esas dos acciones las vi en otras personas... muchas otras personas. Son reacciones falsas, innaturales que vemos, nos agradan porque van de acuerdo al modo en como queremos que los demás nos vean y las asimilamos. Decimos subconscientemente la frase "Yo también quiero"... yo también quiero hacer lo que hace mi vecino.Es lo que llamo "el manual de estilo de la vida"; leyes que no se imponen con la palabra, pero que están latentes ahí, en la sociedad, para que uno las tome y las haga suyas en la mayor medida de las posibilidades del caso.
Vuelvo a pensar en todos los que me preguntaron a donde me iba a ir de vacaciones… ¿Si esas personas tuvieran toda su vida libre, sin compromisos ni tener que trabajar, se pasaría la vida como nómades?, ¿Estarían viajando de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, sin un lugar fijo en el cual vivir, sin hogar ni techo que les pertenezca?.

En la esquina la veo a Marcela, se sonríe al verme, nos besamos y empezamos a caminar hacía una dirección incierta tomados de la mano… como reafirmando que nos pertenecemos mutuamente. La miro y se la ve feliz. Ella sueña con que nos casemos, tengamos hijos, formemos una familia, tengamos una casa propia y nos volvamos viejos uno junto al otro… ¿dije que ella lo sueña?, ¿debería decir que a ella se lo soñaron?, ¿realmente ella está eligiendo esa vida?, ahora me pregunto, si un ser humano fuera realmente libre ¿elegiría lo mismo que elije el resto de las personas?, ¿Qué tan libres somos realmente cuando elegimos lo mismo que eligen los demás?... me vuelve a la cabeza la pregunta de las vacaciones.
- ¿En qué estás pensando? - me dispara Marcela y yo me quedo mirándola y preguntándome ¿Qué pensaría Marcela si le dijera eso?, ¿Qué diría si le contara todo lo que estuve pensando últimamente?, ¿Qué pasaría si le dijera que ella es libre que no me pertenece?, que puede estar con quien quiera además de estar conmigo, que la naturaleza humana no es monógama, que al hacernos buscar parejas nos estamos castrando, nos estamos arrebatando la posibilidad de compatibilizar con mayor cantidad de personas y nos reducimos las posibilidades a uno… una sola pareja. Esa personas me pertenece, a mí y a nadie más… entonces, si alguien más la desea es mi enemigo, nos pone uno contra uno, y al objeto de pertenencia en medio. En cambio, si esa persona no me perteneciera, seríamos tres seres compartiendo los mismos sentimientos… o cuatro, o cinco… o la cantidad que quieran ser humanos... ¿Cuándo habrá el ser humano perdido la capacidad de compartir?, ¿Cuándo el ser humano se habrá convertido en un ser que privilegia, padres; parejas; amigos; hijos; etc.?, ¿Desde cuándo las personas dejaron de amar a LOS hijos para empezar a amar solo a SUS hijos?.
Ya sé qué pasaría si le dijera eso… ella está empapada en el manual de estilo de la vida, me tiraría por la cabeza con todas las reglas preestablecidas que tiene la castración para protegerse… enumeraría casi en este orden: “Celos”; “Vos no me querés”; “¿Estás viendo a otra?”… “Sos un imbécil”. Sin siquiera preguntarse sobre cada una de esas situaciones que me enumera, porque ella como nos pasa a la mayoría de nosotros, no somos libres; elegimos del bazar de la sociedad lo que nos parece que para los demás está bien en lugar de elegir lo que realmente está bien. Somos esclavos sumisos y felices de serlo, porque siempre es más fácil que nos elijan que hacer al vértigo que nos da la libertad de apropiarnos de nuestras propias vidas y manosearlas, manejarlas, llevarlas en la dirección que queramos. De la cantidad infinita de posibilidades de elegir que tenemos en la realidad, el velo que la castración nos puso en nuestros ojos nos hace ver solamente dos, o tres... y diciendo yo también quiero elegimos alguno.

Lo que más desesperanza me da es saberla a Marcela como una esclava sumisa "reclutadora"... es decir, es de esas personas tan adiestradas a las convenciones sociales que si alguien no sigue esas reglas castradoras de libertad lo termina catalogando de loco, o estúpido... y con bombardeos tan aguerridos que doblegan la moral de los más débiles y los convierte en esclavos. Saber que está repleto el mundo de sumisos soldaditos reclutadores me provoca una angustia inmensa
Ella vuelve a insistir con su pregunta, ahora con mayor ansiedad y enojo que antes: - ¿Y, en qué estás pensando? -. Al final decido responderle; tomo mi manual de estilo, busco la respuesta y le digo: - En nada. -

2 comentarios:

RM dijo...

Siempre volvès a escribir para estas fechas, vos tambien debes de sentir el calor como una vacacion del sistema. O sera que el calor es insoportable y como es lanaturaleza, no podes ponenrte en contra? Al final sos demasiado creyente y solo te metes con los muñequitos, nunca con Dios y los muequitos, como ya sabemos, apenas hacen lo que pueden y si les dicen que hacer, mejor.

Anónimo dijo...

no subestimes a tu novia. seguro ya anda con otros. saludos