Con la llegada de la banda ancha me he apropiado de una nueva costumbre, la de no saludar a los contactos de mis Messengers. Abro la ventana de conversación y empiezo a tirar preguntas y comentarios, felicitaciones, pesames, de todo... menos un Hola, qué tal??.
Me parece que esto me ocurre por una razones, la cual viene por culpa del nuevo modo de mantenerse en contacto: LA INTERNET y "la presencia constante" que produce la banda ancha. Me conecto y ahí están... ellos se conectan, y ahí estoy. Así como la radio da una sensación de companía, el Messenger es igual.
Al mismo tiempo, el Messenger es tan impersonal, la gente a la que saludo es a quienes veo personalmente... de todos modos, por momentos me quedan rastros de ser humano que "vive en sociedad" y saludo a los contactos que por alguna razón, hace mucho no les hablo.
Saludos.
De todas las multiples personalidades que poseo, la que se dedicó a la escritura tal vez es la que menos creció en todos estos años, incluso, por momentos me da la sensación que ha involucionado en ciertos aspectos expresivos y narrativos. Es como un chico (el nene) que no se alimentó bien en sus primeros años y ahora, un poco más maduro tiene problemas graves para avanzar en su área. Para tratar de arreglar, lo mejor posible, ese problema es la razón por la que este blog existe.
23 oct 2007
19 oct 2007
Siglo XXI
Un laberinto enorme sobre un descampado sin fín, cuatro hombres dispersos en su interior buscaban la salida, o encontrarse entre ellos... o algo que los aliviara de la soledad. Caminaban apoyados a las paredes buscando pasadisos secretos que no existían, corrian de un lado para otro, saltaban, gritaban, silbaban. En todo momento mantenían un contacto verbal, se hablaban entre si, se comunicaban ideas de como encontrarse y encontrar la salida.
Un día, luego de varias indicaciones que gritaba uno de ellos, los cuatro logran encontrarse en un pasillo; se acercaron, estrecharon sus manos, se abrazaron, gritaron de aligría y rieron con todas sus fuerzas, entonces comenzaron a hablarse los unos a los otros, desesperadamanete, sin parar, tapando lo que el otro les decía, y así... así vivieron eternamente, incomunicados y solos.
Un día, luego de varias indicaciones que gritaba uno de ellos, los cuatro logran encontrarse en un pasillo; se acercaron, estrecharon sus manos, se abrazaron, gritaron de aligría y rieron con todas sus fuerzas, entonces comenzaron a hablarse los unos a los otros, desesperadamanete, sin parar, tapando lo que el otro les decía, y así... así vivieron eternamente, incomunicados y solos.
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